LOS BABY BOOMERS, UNA GENERACIÓN
EXTRAORDINARIA
¿ERES UN BABY BOOMER?
Al
terminar la Segunda Guerra mundial un fenómeno biológico/social se activó: el
extraordinario y espontaneo crecimiento demográfico en algunos países. El Boom
de los bebés ocurrió entre los años de 1946 y 1964.
Por
contemporaneidad todos los nacidos en esos años somos Baby Boomers. Pero el
hecho va mucho más allá de una simple anécdota o un mecanismo natural contra la
extinción de la especie —si acaso fue eso—; Esta generación es la que ha ido a la cabeza en la
ruptura de los paradigmas que han venido transformando a la humanidad entera en
estas siete vertiginosas décadas.
Los
Baby boomers hemos sido protagonistas del signo de nuestro tiempo: El cambio. En
términos generales nuestros padres presenciaron algunos parte-aguas y atestiguaron
sus efectos, pero apenas les tocó una probadita, no alcanzaron a dimensionarlos
del todo, tampoco a gozarlos o sufrirlos. Si nos vamos al otro extremo nuestros
hijos (Generación X), nacieron en medio de la vorágine tecnológica e
informativa, y como sus referentes son históricos, perdieron la capacidad de
asombro. En cambio a nosotros nos tocó experimentar de lleno lo bueno y lo malo
de ambos mundos.
No
sólo eso, los Baby Boomers nos hemos mantenido en la cresta de la ola. Prueba
de ello lo ha dado el incremento histórico en ventas de ciertas empresas a lo
largo de nuestro arribo a la escena. En los 50´s Gerber; en los 60´s Mattel; en
los 70´s Levis; en los 80´s y 90´s GM y la llamada burbuja global inmobiliaria,
en los 2000 Apple y en el último lustro las industrias farmacéuticas y
turísticas se están frotando las manos.
Somos
la generación “sandwich”. Todo empezó cuando la población rural, que desde
siempre fue la mayoría, inició la migración masiva hacia las urbes. Por ese
motivo, bien que mal cada vez más niños tuvieron acceso a la educación, y con
ello al eterno cuestionamiento del status quo.
Nosotros
fuimos los bebés del Gerber y del Pablum, pero nuestros pañales seguían siendo
de tela. Fuimos los niños del trompo, el valero, las canicas y la carreterita.
Fuimos las niñas de las Matatenas, el resorte y el avión. Jugábamos en la calle
Amo Ato, la Rueda de San Miguel y la Víbora de la Mar, jugábamos bote pateado, encantados,
quemados, coleadas y tamaladas, Pero también nos tocaron la autopista Ledy y la
señorita Lili (versión mexicana de Barbie).
Nosotros
fuimos los niños de Kalimán en el radio, y en la televisión disfrutamos en
blanco y negro de Cachirulo con fanfarrón y la bruja Escaldufa, Club Quintito
con Genaro Moreno y Chabelo, nos aburrimos con los funerales de Kennedy, nos
aprendimos la frase: “Jaque Mate Rey 2, aquí Torre Blanca”, escuchamos la
tipluda voz de Chester obedeciendo a Matt Dillon y ¿Qué me dicen del “Pumm”
“Cuaz” “Chazz” de los combates de Batman y Robin contra los secuases del Guazón
o del Pingúino?. Los afortunados eran filmados en 8mm y los más afortunados
podían presumir el Studebaker de papá.
Sin
embargo, la cosa no podía quedar ahí, conforme crecíamos los avances
tecnológicos nos maravillaban. Así llegó la televisión a color, donde se pudo
admirar la llegada del hombre a la Luna. Aquí en México muy pocos lograron ver
los colores de la bandera gringa, pero todos escuchamos las palabras de Neil Armstrong.
Si
había teléfono en casa, era por supuesto de disco. Era la época de la Coquita
de 35cts. y los veintes de cobre, surgieron las cámaras Kodak instamatic con su
cubo mágico y las Pólaroid, pero las tareas de investigación aún se hacían en
la biblioteca y se presentaban en máquina de escribir.
Ya
mayores escandalizamos a nuestros padres con el estridente ruido al que ellos
no aceptaban como música; el Rock & Rol y sus variantes, Elvis, los Beachs
Boys, aquí en México los Locos del Ritmo y los Rockin Devils, luego The Beatles.
Hicieron su aparición el pelo largo, las minifaldas y los pantalones
acampanados (mi primer Topeka fue color mostaza). Hacia el final de los 60´s el
asesinato de Matin Luther King y la guerra de Vietnam cimbraron nuestras inquietas
conciencias; una efervescencia revolucionaria juvenil desató disturbios en Estados
Unidos, Paris, Tokio, Roma, Berlín, Praga, Estocolmo y por supuesto México, que
discurría entre granaderos, Olimpiadas, Mundial de Futbol y halcones. Surgieron
los Hippies con su onda pacifista que trajo aparejado el amor libre, que a su
vez revivió, pero de una manera más efectiva el viejo anhelo de la liberación
femenina. Las drogas psicodélicas influyeron en la creación de una música más
densa. Woodstoock y Avándaro en México reflejaron que con la liberación se
corría el riesgo de libertinaje. Narcóticos más poderodos empiezaron a hacer
estragos; figuras como Janis Joplin, Jimmy Hendrix y Jim Morrison fueron
víctimas de sus excesos.
Las
computadoras en los 70,s eran cada vez más un tema de la vida real que de
ciencia ficción, pero ni de lejos podíamos aspirar a acceder a un armatoste de
esos, a no ser que se nos hubiera ocurrido “la brillante idea” de incursionar
en “las actividades del futuro” convirtiéndonos en perforistas o capturistas
(personajes hoy extintos). ¡Ah, pero eso sí! Podíamos “chatear” en tiempo real.
El término “Chat” aún no se acuñaba, y sin embargo, literalmente era posible
sostener conversaciones a distancia con cuates y desconocidos, me refiero a la
Banda Civil y su famoso código 10. Un clásico de sábado se habría escuchado
así:
—10-18, 10-18, aquí bigotitos en busca de pestañitas
sin 10-31 para ir al Embudo… 10-8.
(Traducción: Hay
algo para nosotros, somos chavos que queremos conocer chicas sin novio para ir
a bailar… espero respuesta)
—10-19, 10-11, primero 10-22, 10-80 en Tom Boy
Insurgentes.
(No hay nada para
ustedes, van muy rápido, primero vamos a conocernos, los esperamos en Tom Boy
Insurgentes)
Sí
el ligue cuajaba por la noche irían a la “americana” a bailar en la discotec El
Embudo de la Zona Rosa. Curiosamente la música “Disco” marcó la transición de
los tocadiscos a al track 8 y después a las caseteras. Los vehículos ya no
estaban condenados a las estaciones de radio, pues con un auto-estéreo podías
escuchar la música que eligieras.
Con
los 80´s llegó la adultez, el matrimonio, los hijos y el contacto con la
tecnología de punta, ya más al alcance de los mortales: Los teléfonos con
teclado, que luego evolucionaron a inalámbricos, los televisores con control
remoto, la posibilidad de enviar documentos por teléfono (Fax), el CD y su
respectivo sistema de sonido (Fuera los casetes de cinta magnética), las
videocaseteras (Video Centro incluido, así como la piratería en Tepito), Las
cámaras de video (Quien poseía una BetaMax podía considerarse un hombre de
éxito), las consolas de videojuego caseras (¿Quién no les compró a sus hijos un
Atari o un Nintendo y esperaba a que se durmieran para desvelarse con Tetris o
Mario Bross?), las PC (que al principio eran prácticamente calculadoras
gigantescas con pantalla verde), y finalmente con los 80´s también llegó la
consolidación del factor “Píldora” cuyo efecto no sólo inhibió nacimientos,
sino contribuyó a modificar mentalidades.
Al
final de esa década, la caída del Muro de Berlín determina la consumación de la
Guerra fría. Preludiando unos intensos 90´s. El frágil bipolarismo cedería a una
globalización donde el desgaste de las ideologías económico-sociales condujo a convulsiones
planetarias: la Perestroika de Rusia, el despertar de China que le entra con
todo a la economía de mercado, el Apartheid ve contados sus días, Europa
vislumbra su unificación, La guerra del Golfo Pérsico divide a los países del Medio
Oriente, los genocidios en África se vuelven costumbre, América Latina le
apuesta al Neoliberalismo, aunque algunos países insisten en la ruta roja. En
México todo parece ir bien, pero la economía “es sujetada con alfileres”.
En
cuanto a la tecnología fueron los 90´s los años en los que realmente se
domesticó la computadora, es decir es la época en que entró en los hogares para
quedarse y dónde los avances más notables se dieron gradualmente; Internet,
Windows, el DVD, Google y la carrera a pasos agigantados en materia de
capacidad y velocidad. Pero también fue la década del efímero Beeper y la
popularización del teléfono celular, cuya función era, por más de Perogrullo
que parezca la frase: hablar por teléfono.
Es
cierto, la generación X (nuestros hijos) son los amos del uso de estos
artificios, pero nosotros los vimos nacer, crecer y desarrollarse y aunque
siendo objeto de las burlas juveniles, bien que mal aprendimos a manipular suficientemente
los, cada vez más sofisticados aparatos electrónicos.
Siglo
XXI. Los radicalismos musulmanes ponen en Jaque a Occidente, mientras
Latinoamérica llega tarde al debate Izquierda/Derecha.
La
tecnología sigue marcando el rumbo, lo de hoy son los smartphons y las tablets
como vehículo de las redes sociales. Querámoslo o no, el FaceBook y el Twitter
están transformando la convivencia de las personas y las familias. Las formas
de socializar, de hacer negocios y hasta de gobernar no son lo mismo que ayer,
ni serán lo mismo que mañana.
Y
los Baby Boomers seguimos a la cabeza. Ahora abrimos brecha a las nuevas formas
de vivir lo que la sociedad considera cómo la última etapa de la existencia.
Ésta generación se encuentra a medio camino de rebasar el umbral de la tercera
edad. Sólo que llegamos masivamente y de una manera inédita. Hace no mucho cumplir
sesenta años implicaba esperar con serenidad el final, asumir el único rol
posible: el de los abuelitos que toleran o cuidan nietos, o los encargados de
pasear al perro, ocupando espacios cada vez más aislados y con poca o nula
influencia en su descendencia.
Es
posible que los Baby Boomers que lean esto, piensen: no es cierto, mi mamá esto
o mi papá lo otro. Y tendrán razón, pero esos casos de viejos dinámicos eran, o
son excepciones que con el gradual aumento en la expectativa de vida se fueron
convirtiendo en norma, hasta llegar al siglo XXI donde, para proyectar un
cliché muy difundido: Si los 30´s son los nuevos 20´s, entonces los 60´s son
los nuevos 50´s. Lo que, de ninguna manera significa que seamos más jóvenes, no
aspiramos a eso.
Es,
sencillamente que la actitud es diferente, manifestación que no obedece a una
condición gratuita, sino a una serie de factores, siendo el primero, desde
luego que nos acostumbramos a marcar tendencias ante un panorama sin
precedentes.
Hoy
muchas más personas cumplimos los sesenta años —Hace un siglo la
expectativa de vida era de cincuenta, hoy ronda los ochenta— así que
arribamos a una etapa que puede durar varias décadas. Por si fuera poco los más
llegamos con suficiente salud y energía, incluso en el campo de la sexualidad
(se admita o no el Viagra es otra primicia “baby-boomera”).
Inexorablemente,
esa vitalidad se refleja en una visión del futuro promisoria; llegamos con
muchas ganas de continuar adelante. Ya sea que tengamos o no resuelto el tema
de la independencia económica, nuestras motivaciones difieren de las que
teníamos hace treinta o cuarenta años. Los hijos ya volaron o tienen alas para
hacerlo, si las metas profesionales se alcanzaron o no ¿Qué más da?, las
pretensiones materiales dejaron de ser prioridad, las necesidades personales se
reducen a su mínima expresión. Y no se trata en absoluto de resignación, apatía
o falta de entusiasmo. Todo lo contrario; estamos habidos de disfrutar con
plenitud el tiempo restante porque nos lo merecemos.
No
en balde se ha acuñado un término que nos define: La Sexalescencia. Cito un
post que ha circulado por redes sociales los últimos años: “Es una generación
que ha pateado fuera del idioma la palabra sexagenario,
porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales el hecho de envejecer…
Hoy la gente de 60 está estrenando una edad que todavía no tiene nombre”
Hoy
podemos ver a muchos sexalescentes ejercitándose en los parques o gimnasios; sí
necesitan trabajar, lo hacen con dedicación; Los emprendedores de sesenta o más
son tan pujantes como sus homólogos de cuarenta, sólo que ponderan mejor los
riesgos; las aulas de talleres, diplomados e incluso carreras profesionales
están siendo tomadas por alumnos que peinan canas, lo mismo aprendiendo artes
plásticas que historia del arte, carpintería, macramé o creación literaria
(cómo es mi caso); los grupos de ex compañeras de la secundaria generación
64-67 son cada vez más comunes en los restaurantes; La industria turística está
orientando inversiones a un nicho de mercado más jugoso que el de los Sprint Breakers
sin arriesgar sus instalaciones.
Si
algún chavo, tuvo la incomprensible idea se seguir leyendo hasta estas líneas,
que no se frote las manos, me temo que se desilusionará al entender que los
beneficios que describí arriba son una exclusiva para la clase 46-64. Y es que,
lógicamente las estructuras económicas se ajustarán a nuevas realidades, por
ejemplo; la edad de jubilación se extenderá hasta los setenta y cinco años.
Particularmente en México hay un bono extra para quienes habiendo cotizado en
el IMSS – ISSSTE tomamos medidas a tiempo, en ese caso nuestras pensiones son
estables de por vida, en tanto que las de nuestros hijos se ajustarán a lo que
logren ahorrar en cincuenta años de trabajo.
Las
fronteras de las generaciones no están perfectamente limitadas, se difuminan,
lo que significa que los extremos están mezclados con las franjas de las
generaciones contiguas. Estos conceptos, por lo tanto se pueden trasminar a
gente de menos de cincuenta y de más de setenta, eso es normal, lo que no
debería ser es que algunos de nuestros contemporáneos sigan atados a los viejos
esquemas asumiendo papeles pasivos y sin plan de vida, porque entonces sí que se
convertirán tristemente en cachivaches estorbosos.
Si,
compañeros baby boomerezcos, ¡cuidemos nietos o paseemos perros! Eso puede ser
una delicia, pero no cómo un recurso ocupacional, o cómo la dócil aceptación
del gracioso encargo de nuestros hijos. Sino por convicción y sólo en la medida
que nuestro gusto y nuestro valioso tiempo lo permitan. En lugar de competir
con los video-juegos que enajenan a los niños de hoy, tengamos la chispa de
cautivarlos con nuestra sabiduría, seamos sus cómplices enseñándoles de manera
divertida las cosas importantes. Ahora que, si de la relación con la mascota de
la casa se trata; no es lo mismo que el perro dé un paseo para hacer pipí y
popó, o que nosotros seamos factor para que el animal gane un concurso de
obediencia.
Los
sesentones de hoy no somos un residuo de la especie humana, tampoco aspiramos a
ser los ancianos venerables que honran ciertas culturas. Ciertamente gozamos de
más experiencia, pero ésta ahora va acompañada de energía y longevidad, por eso
afirmo que nosotros, los orgullosos Baby Boomers nuevamente marcamos la pauta
en la evolución de la sociedad humana ¡y vamos por la cuarta edad!
Rodrigo
García Leo
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