En estos días la ciudad de México se ha visto adornada con un par de exposiciones temporales en el Museo del Palacio de Bellas Artes; Un Artista Entre Dos Mundos (Miguel Ángel Buonarroti) y La Idea de la Belleza (Leonardo Da Vinci). La difusión realizada ha causado cierto revuelo. Honestamente el cartel de los protagonistas es más grande que el contenido de las muestras, y no es que uno espere encontrarse con el David o con la Mona Lisa, pero sí algo más de carnita que disfrutar, o al menos un montaje más inteligente. Da la impresión que para compensar lo poco la modesta muestra de los genios de la Toscana, se rellenó con lo que se tuvo a la mano.
Ir así no más, puede desencantar y generar un sentimiento de frustración por haber invertido tanto tiempo (hasta ocho horas), para encontrarse con dos esculturas poco conocidas de Buonarroti y un cuaderno de notas de Da Vinci. Imagino que el sabor de boca al salir del museo es similar al que hubiera experimentado escuchar en vivo a Paul Mccartney interpretando dos piezas suyas casi desconocidas para luego soplarse a Enrique Guzmán y a Polo Polo.
Definitivamente yo si recomiendo esta visita, siempre y cuando se cumpla con dos requisitos: Prever la adquisición de los boletos de acceso y documentarse sobre la temática a fin de saber discriminar el relleno para concentrarse en lo importante, así como tener una idea bastante clara del contexto de las exhibiciones.
Esto último es, precisamente el objetivo de texto que comparto en siete segmentos.
I. EL RENACIMIENTO
Si ambos artistas son como los símbolos del Renacimiento, debemos empezar
por definir esa etapa de la historia. Re-nacimiento,
o sea que algo volvió a nacer (primero nació, luego murió y al final nació
nuevamente).
Pero ¿Qué es lo que re-nació? Respuesta: el humanismo, la cultura clásica,
el antropocentrismo. Es decir las ideas en torno a las cuales se considera al
ser humano como el centro del universo. Ese sistema de pensamiento se fue desarrollando
a lo largo de muchísimos años en Grecia.
Los grandes filósofos como Sócrates,
Platón, Aristóteles, los enormes científicos como Arquímedes, Pitágoras e
Hipócrates, tenían al hombre como base de sus enseñanzas. Incluso sucedía eso
con la religión, prueba de ello es la mitología, que no es otra cosa que un
relato de las pasiones humanas personificadas por dioses y semidioses. La
arquitectura y las artes en general tuvieron momentos esplendorosos.
Posteriormente el Imperio Romano adoptó, adaptó y cultivó esa tradición cultural. Así en Roma se practicaron conceptos políticos como la república y la democracia, floreció el derecho y también brillaron pensadores como Séneca, Cicerón y Plinio.
Todos esos conceptos tan asimilados en la civilización occidental son a
los que se les llama CLÁSICOS, pero son también los que se perdieron durante
poco más o menos un milenio.
Con la caída del Imperio Romano, los pueblos bárbaros sembraron por toda
Europa innumerables cotos de poder absoluto en demarcaciones minúsculas, fue la
época del “había una vez un reino muy lejano…”. No había uno, había miles y sus
líderes contaban con un poder inconmensurable dentro de sus “ranchotes” el
único denominador común era el dogma teocentrista;
Dios al centro.
A esa fase de la historia se le conoce cómo Edad Media. A ella corresponden
las Cruzadas, los Caballeros Andantes, los príncipes y las princesas, también
los ogros, las brujas y los magos. Pero fundamentalmente los Señores Feudales
pisando un pueblo miserable e ignorante. No hacía falta la “exquisitez del
conocimiento” de las personas, es más, estorbaba, por eso también se le conoció
a esa época como el Oscurantismo. En
aquellos años todo estaba al servicio exclusivo de Dios o de los poderosos. Por
supuesto las artes no se escapaban, no había una libertad creativa; los
constructores erigían castillos y catedrales, los pintores pintaban reyes o
temas religiosos, los músicos alegraban las cortes o ambientaban los actos
litúrgicos.
Pero ese periodo también llegó a su final, unos dicen que en 1492 con el
descubrimiento de América, yo me inclino por los que piensan que el parte aguas
fue 39 años antes; en 1453 sucedieron hechos que detonaron el cambio de las
estructuras sociales prevalecientes: a) El término de la Guerra de los Cien
Años; La Caída de Constantinopla y la invención de la Imprenta.
A final de cuentas el año es lo de menos, porque en realidad el
Renacimiento fue un proceso durante el cual se determinaron cambios que nos
afectan hasta nuestros días. Al Renacimiento están asociados nombres como:
Cervantes Shakespeare, Maquiavelo, Copérnico, Galileo, Colón, Gutenberg, Dante,
los Medici, los Borgia, Lutero y por supuesto Miguel Ángel y Da Vinci.
Al renacer ciertos elementos grecorromanos, se da rienda suelta a una
creatividad reprimida durante siglos. En el campo del arte, por ejemplo los
temas mitológicos, históricos y épicos se hacen presentes. La iglesia no sólo
deja de prohibirlos, sino que los promueve.
II. LEONARDO DA VINCI
Éste genio de la humanidad no fue sólo un pintor extraordinario, fue el mejor “todólogo” de la
historia. El término todólogo tiene una connotación negativa: diría mi mamá:
“aprendiz de todo y oficial de nada”, pero no Leonardo, él era verdadero experto
en lo que le interesaba por qué profundizaba rápidamente y con enorme capacidad
de análisis y proyección de ideas en cualquier tema, el problema es que le
interesaban constantemente nuevas cosas, entonces antes de terminar con un
proyecto, su mente lo desviaba, lo distraía hacia algo que, para entonces le
resultaba más atractivo que lo iniciado antes. Dolores García, una escritora
española que noveló su vida, lo puso en su boca de esta manera “¡Hay tanto por ver, por estudiar, por
aprender, por descubrir! ¡Dios mío, me has hecho esclavo de esa curiosidad
insaciable… Cada bocado que le di al dulce de tu creación, Señor, lejos de
saciarme me producía más apetito; deseando cada vez más el siguiente manjar a
probar” (El Secreto de Mona Lisa, Dolores García, 2015, Ediciones B México)
Así Leonardo, además de pintor fue, para decirlo en términos modernos: escultor, músico, poeta, matemático,
biólogo, físico, naturista, arquitecto, ingeniero militar, topógrafo,
inventor, ingeniero aeronáutico, criptólogo, chef y organizador de fiestas.
Además de esa compulsión por pasar a lo que sigue, Leonardo estaba
atrapado en su tiempo. Por unos cuantos detalles no se le reconoce la “patente”
de innumerables inventos tan de uso común en la actualidad, que ni siquiera nos
detenemos a pensar en que tuvieron un principio. Sin embargo justo sería darle
el título de padre del avión, del helicóptero, del paracaídas, del submarino, de
la bicicleta, del automóvil, del traje de buzo, del tanque de guerra, del
extractor de humo, de los puentes
portátiles, de la ametralladora, del odómetro, de la
máquina segadora, de la técnica pictórica del difuminado, de la servilleta, del
tenedor, de la cocina gourmet entre otros y por supuesto la precursoría en los
estudios de la anatomía humana y animal tanto para fines estéticos como
científicos.
Y entre invento e invento realizaba obras plásticas por encargo para
sobrevivir. Bien conocidas son la Gioconda y la Última Cena, pero son muchas y
muy magistrales las obras terminadas y otras tantas inconclusas. De éstas, creo
yo que la más célebre ni fue pintura, ni fue abandono. Se trató de una
escultura ecuestre monumental cuya matriz en arcilla nunca llegó a colarse en
bronce porque el metal fue utilizado por Ludovico Sforza en la fabricación de
cañones para la guerra contra los franceses. Esa factura, junto con un mural -del
que me ocuparé más adelante- debieron haber estado en el top ten de su obra.
III. MIGUEL ANGEL BUONAURROTI
Si Leonardo fue mucho más que un pintor, Miguel Ángel prácticamente solo
se dedicó a la escultura. Aunque dibujaba mucho, lo hacía para los estudios de
sus proyectos escultóricos, y solo por encargo y con mucha presión de sus
mecenas pintaba o proyectaba diseño arquitectónico (es un mito lo del uniforme
de la Guardia Suiza Pontificia). Sin embargo es casi universalmente reconocido
como el más talentoso artista plástico de todos los tiempos.
Miguel Ángel, se crió en una cantera, nadie cómo él conocía la naturaleza
de los bloques de mármol, a los obreros no les interesaba, los escultores no
conocían aspectos su manejo. Él, en cambio la ver un gran pedazo que se lograba
desprender de la montaña intuía las figuras que contenía. Por eso decía que él
solo se concentraba en quitarle lo que le sobrababa.
IV. RELACION DE LEONARDO Y MIGUEL ANGEL (Rivales acérrimos)
Es claro que la antipatía recíproca surge del egocentrismo de ambos
personajes. Miguel Ángel empieza a ser adulado masivamente desde su
adolescencia. Para entonces Leonardo, de unos cuarenta años de edad ya era considerado
como el mejor. El celo profesional desarrolló un rechazo del joven con todo lo
que oliera a Leonardo, y cuando éste se percató del robo de reflectores le
correspondió con opiniones públicas de menosprecio a las obras firmadas por “el
tal Bounarroti”.
En alguna ocasión se le ofreció al maese de Vinci que aprovechara un
gigantesco bloque de mármol de Carrara; Leonardo luego de un breve análisis lo
rechazó con el argumento de que la pieza presentaba una fractura insalvable.
Pero el joven Miguel Ángel, sin un prestigio que cuidar aceptó el reto y
esculpió el David. Se dice que en el acto de develación, Leonardo comentó algo
así: “Lástima, habría sido una obra magnífica, de no ser por la de desproporción
de las manos”. Y el mordaz revire de Miguel Ángel fue: “Yo no tengo la culpa de
que el modelo fuera dotado por dios con esas manotas”. (supuestamente el
mensaje oculto era la burla de haber logrado que Salai, el guapo y joven protegido
del maestro Leonardo, lo hubiera traicionado posando para la famosa estatua).
El único proyecto en el que coincidieron fue cuando el Ayuntamiento de
Florencia los puso a competir convocándolos a decorar con motivos históricos
sendas paredes del Palazzo Vecchio. Miguel Angel debía recrear La Batalla de
Cascina y Leonardo la Batalla de Anghiari.
A pesar de la fama de incumplido que tenía Da Vinci, en este caso
“milagrosamente” terminó la obra en el tiempo acordado. La razón: que no podía
dejar que el mozalbete veinteañero lo volviera a poner en ridículo. Aunque en
realidad nunca se sabrá quién habría triunfado, pues en esta ocasión fue Miguel
Ángel el que abandonó el encargo por haber sido llamado por el Papa para un
trabajo escultórico, que era su verdadera pasión.
Leonardo no sólo se esforzó en el tiempo de entrega, sino en la calidad
del contenido; los colores eran más vivos, las figuras humanas y equinas estaban
perfectamente proporcionadas y la escena reflejaba un realismo dramático y
cautivador por la belleza de las imágenes en armonía con un fondo cargado de
simbolismos. Para dar carpetazo al asunto y poder pasar a otra cosa, el
inventor, inventó un artilugio. Se trataba de un andamio plegable de siete
metros de alto que utilizó para secar y fijar los colores del fresco de diez y
siete metros de largo. Penosamente el resultado fue contrario, el aire caliente
derritió los pigmentos de la parte superior que se chorrearon sobre buena parte
de las imágenes inferiores. (Años después, Vasari Cubrió la pintura con otro
motivo y le debemos a Rubens la reproducción de un detalle no muy dañado)
V. RELACIÓN DE LEONARDO Y MIGUEL ANGEL CON MÉXICO
En Roma hay una plaza llamada del Campidoglio (Capitolio), esta fue
diseñada por Miguel Ángel. Seguramente por su cercanía con las ruinas
milenarias, el artista decidió imprimirle un estilo imperial, decoró incluso el
suelo y recomendó situar al centro una estatua ecuestre del Emperador Marco
Aurelio. Ese dato parece muy distante de
México, sin embargo hay una relación interesante:
Hacia finales del siglo XVIII el Virrey Revillagigedo decide darle a la capital de la Nueva España una imagen de ciudad Imperial Romana, entonces los arquitectos mexicanos se fusilaron el diseño Capitolino de Miguel Ángel con todo y estatua.
Ese es el origen de nuestro Caballito. En este caso el jinete no es Marco Aurelio, sino Carlos IV, el entonces Rey de España, quien es caracterizado por Tolsá cómo un Emperador Romano. Ahora bien, todo parece apuntar que el modelo que utilizó el escultor fue el boceto de Leonardo Da Vinci para el “Caballote” cuya matriz en arcilla fue destruida por los arqueros franceses que invadieron Milán.
Hacia finales del siglo XVIII el Virrey Revillagigedo decide darle a la capital de la Nueva España una imagen de ciudad Imperial Romana, entonces los arquitectos mexicanos se fusilaron el diseño Capitolino de Miguel Ángel con todo y estatua.
Ese es el origen de nuestro Caballito. En este caso el jinete no es Marco Aurelio, sino Carlos IV, el entonces Rey de España, quien es caracterizado por Tolsá cómo un Emperador Romano. Ahora bien, todo parece apuntar que el modelo que utilizó el escultor fue el boceto de Leonardo Da Vinci para el “Caballote” cuya matriz en arcilla fue destruida por los arqueros franceses que invadieron Milán.
VI. UN ARTISTA ENTRE DOS MUNDOS
La muestra reúne obras originales,
así como piezas de artistas influenciados por él. La intención es, por un lado presentar
su trayectoria mediante dibujos, óleos, documentos y esculturas, que permiten
apreciar la participación del florentino en la renovación de los procesos del arte
renacentista, y por otro lado revelar su influencia artística en la historia
del arte de la Nueva España.
Entre las obras que destacan se encuentran el
David-Apolo (1532-1534), escultura en mármol de 1.47 m. Esta pieza se denomina así
por qué no se sabe a ciencia cierta a quién, representa, unos dices que es
David por que el pié derecho está postrado sobre lo que podría ser la cabeza de
Goliat. Lo cierto es que fue esculpido treinta años después. Otros expertos se
inclinan por Apolo, el Dios griego de las artes simplemente porque la actitud
mostrada no es la de un hombre victorioso, sino sensitivo.
Cristo Portacroce (Cristo Giustiniani) de 1514 –
1516, obra en mármol de 2.50 m., que se presenta por primera vez fuera de
Italia, terminado por Federico Frizzi después de que Miguel Ángel lo
abandonó al encontrar un defecto en el mármol. (Obsérvese la veta negra que
presenta el monolito a la altura del rostro.
Entre los 26 autores que acompañan la exposición,
se encuentran otros dos artistas famosos, ambos con imágenes de mecenas comunes
a Miguel Ángel y a Leonardo: Rafael Sanzio con un retrato del Papa Julio II (izquierda)
y Giorgio Vasari con el retrato de Lorenzo de Médicci, El Magnífico (derecha).
También se exhibe una
réplica mexicana de la Piedad, que se dice que es exacta a la original, pero yo
creo que no es correcto ese dato. Abajo muestro, para efectos de comparación
tres versiones, la original del lado izquierdo, en medio la que se encuentra en
Bellas Artes y una en bronce a la derecha que es colada a partir directamente de
la original y que se puede apreciar en el museo Soumaya.
Por cierto, llama la
atención que no se da la procedencia de la réplica, sólo se menciona que
pertenece a una colección privada.
Por último se puede apreciar en la muestra una evidencia de
su influencia en México. Se trata de la Porta Pía en Roma Vs la puerta de la sacristía
de la capilla de la tercera orden del convento franciscano de la vieja Villa de
Carrión, en Atlixco, Puebla.
VII. LA IDEA DE LA BELLEZA
Esta muestra es mucho
más pequeña que la de Miguel Ángel. De hecho el aspecto artístico es muy
limitado, tan sólo unos pocos dibujos, donde lo destacable es el retrato de una
joven, así como unos relieves interesantes.
Para mi gusto, aunque se encuentra en una orilla junto a la salida, el estudio para el ángel de su tercera obra más famosa: La Virgen de las Rocas. Es un punto obligado de contemplación con detenimiento, ya que, como dije antes es un estudio, es decir un boceto preliminar que sirvió de patrón para plasmar, el encanto celestial que el personaje debería transmitir en la composición definitiva, que hoy por hoy se encuentra en el Louvre. Es muy probable que este mismo estudio fuera copiado por el discípulo de Leonardo que reprodujo la escena del maestro, y cuya obra se encuentra en la National Gallery de Londres.
Realmente el centro de
esta muestra es su investigación aeronáutica, explicada en el "Códice sobre el vuelo de los pájaros", que más
que una obra de arte es un documento de historia de la ciencia. Es muy conocido
el sueño de Leonardo: La posibilidad de que el ser humano pudiera volar.
El tema lo obsesionaba,
pero con su mente analítica debía
observar a las criaturas nacidas con esa facultad: Las aves, los murciélagos,
los insectos y las cometas, también el comportamiento del aire y la fuerza de
gravedad (En la página dos de éste documento se anticipa a Newton).
A partir de ese punto
imaginó y propuso teorías que en su época parecían un poco locas, pero hoy –a
toro pasado- cualquiera puede pensar que estuvo a un tris de demostrarlas.
El Códice sobre el
vuelo de las aves es considerado como el primer estudio científico realizado sobre vuelo. A tal grado es de
importancia este tratado para la ciencia que una copia digitalizada reposa
actualmente en Marte llevada por una misión espacial.
Siendo un libro, para su exhibición -necesariamente- alguien
tuvo que decidir sobre las páginas a mostrar, y por más acertada que fuera la
elección, el resto del contenido quedó oculto, al menos para ser visto en
directo. Por tal motivo es necesario sacarle jugo a lo mostrado. Personalmente
yo creo que fue acertada la elección por varios motivos que explico a
continuación, pero dejo aquí el link para quien desee consultar todo el
contenido página por página: http://www.leonardo-to-mars.com/index.php/codex-on-the-flight-of-birds4v.html
En las únicas dos páginas exhibidas se pueden apreciar
varios aspectos que reflejan la creatividad, la versatilidad y la cotidianidad
del genio del Cinquecento renacentista. Lo mismo podemos notar al vendedor de
proyectos, que al inventor, al hombre pragmático, al publi-relacionista, al que
está al tanto de su vida social, al científico que anota sus ideas al tiempo de
protegerlas, y por último tenemos ante nuestra vista al visionario obsesionado
con la idea de que un humano pueda remontar.
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