Lo de hoy en
materia de viajes es la especialidad o turismo temático. Así, cada vez son más
familiares términos como: turismo de aventura, turismo religioso, o
gastronómico. Pues visitar Alcalá de Henares podría catalogarse como: turismo
literario.
Alcalá de Henares es a España lo
que Florencia a Italia. El llamado Siglo de Oro Español, no es sino la versión
hispánica del Renacimiento, periodo que empieza (según unos) en 1492. Una serie
de hechos fortuitos, hacen de esta villa fundada por los romanos con el nombre
de Complutium, el punto de partida del florecimiento de la cultura humanista,
que caracterizó esa época.
En 1499 el Cardenal Cisneros, que
había estudiado gramática en Alcalá, funda la Universidad Complutense. Algunos egresados famosos confirman lo trascendente del
hecho: San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Calderón de la
Barca y Tirso de Molina. Por si fuera poco, a escasos metros del Colegio Mayor
de San Ildefonso nació la Máxima gloria literaria del idioma que hablamos:
Miguel de Cervantes Saavedra. Y para rematar Santa Teresa de Jesús ungió con su
presencia el poblado al fundar un convento.
Actualmente todos los Sábados
sale de la estación Atocha de Madrid un tren especial rumbo a Alcalá. Se trata
de un tour cuyos guías son actores disfrazados a la usanza del Siglo XVII. La
experiencia de que sea el mismísimo Don Quijote el que te muestre su terruño,
es maravillosa.
Si en esta
ciudad todo hace referencia a la literatura, durante abril todo es “Cervantino”
y es que un 22 de ese mes falleció su hijo predilecto; el Manco de Lepanto. La
conmemoración hace del centro de España (Madrid, Castilla León y Castilla La
Mancha) un corredor cultural con ferias del libro, exposiciones especiales en
los museos, conferencias, eventos escolares y certámenes literarios, siendo
desde luego, lo más destacado el Premio Cervantes
(del que haré referencia más adelante).
Independientemente de la temporada, el centro
de la ciudad es encantador, conserva casi intacta su arquitectura del siglo
XVII, destaca la calle Mayor o Judería, un largo andador peatonal con portales
muy pintorescos a ambos lados. Muy cerca se puede visitar la casa donde
supuestamente nació el Príncipe de los Ingenios, cuyo interés realmente es ver
cómo vivía la clase acomodada de aquella época y por último la Plaza Cervantes
que regala postales maravillosas incluyendo los enormes nidos de cigüeña con polluelos
de casi tres kilogramos y el Corral de Comedias, que es una muestra viva de los
escenarios donde los dramaturgos competían con su arte.
La creación de la Universidad Complutense,
fue lo que vino a transformar a Alcalá de Henares de una localidad medieval con
marcada influencia judía y árabe en una ciudad Renacentista que, junto con
Toledo fue referente del centro de España (Madrid era apenas una pequeña villa
desconocida). Un nombre más lógico hubiera sido Universidad Alcalaína, pero
recién se había expulsado a los árabes y Al-Qualá sonaba muy morisco. Entonces
es probable que se le denominara Complutense para asociarla mejor a Complutum,
asentamiento romano que precedió a la invasión arábiga. Recuérdese que las ideas renacentistas implicaban sepultar el
Medioevo con un retorno al clasicismo Grecorromano.
Rápidamente la institución ganó
prestigio gracias a sus estrictas prácticas. Una de ellas era la última prueba,
equivalente al examen profesional. En el Aula Magna o Paraninfo se situaba en la
cátedra, es decir en el púlpito de los catedráticos al examinando, quién
durante 6 u 8 horas debía demostrar al profesorado sin lugar a dudas estar
perfectamente apto para el ejercicio de su profesión.
Ya mencioné algunos de sus
alumnos más destacados, pero no dije que varios de ellos no aprobaron ¡Quién lo
diría! Calderón de la Barca, Tirso de Molina y San Ignacio de Loyola fueron
"manteados". Hoy se diría que fueron objeto de Bulling. Resulta que
por reprobar, se hicieron merecedores al vilipendio. Al quedar expulsados,
según la tradición fueron objeto de burla por parte del resto de los
estudiantes, quienes les pusieron orejas de burro (auténticas) y arrojados en
una manta sufrieron la "gran nevada". Así le llamaban a la generosa
lluvia de escupitajos y otros efluvios humanos de todas texturas y colores,
luego, envueltos con el mismo lienzo los sacaron por la puerta de los burros
donde el pueblo se encargó de expulsarlos de la ciudad. (El fundador de los
jesuitas terminó la carrera en la Sorbona de Paris).
En 1513 se construye el Colegio Mayor de San Ildefonso. Ya desde
entonces la intención del Cardenal Cisneros era transformar la localidad en
una, textualmente, ciudad universitaria. Hacia 1551, por cédula real anticipada
de Felipe II se funda -para decirlo en lenguaje moderno- “el Campus Nueva
España”, que más adelante sería avalada por el Papado y a la postre terminaría
por convertirse en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
No se sabe si fue manteado, pero
consta que uno de nuestros representantes mexicanos del Siglo de Oro Español,
Juan Ruiz de Alarcón estudió en la entonces Real y Pontificia Universidad de
México y consta también que Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, ante
la imposibilidad de ingresar al instituto por su calidad de fémina, formó parte
de la Corte Virreinal -se cree- para tener rose con la crema y nata de la
intelectualidad que en su mayoría era egresada de la “Complutense de Petatiux”
Volviendo al viejo mundo, un par
de datos curiosos. A nadie en México le es ajeno el término coloquial:
"gorrón". Pues este apelativo se acuñó en Alcalá. Se dice que dado lo
estricto de las reglas, los estudiantes ricachones (casi todos) podían llevar a
sus criados con tal que éstos portaran el mismo uniforme, comieran lo mismo y
durmieran en habitaciones iguales. Y eso no les agradaba a algunos clasistas
(casi todos). La solución para distinguir verdaderos estudiantes de los mozos,
fue hacerles usar a estos sus gorros un poco más grandes; o sea, los gorrones
comían y bebían igual que el resto aunque no pagaran por ello. También estaban
los empollones, que eran los estudiantes pobres que para subsistir hacían
ciertos servicios cómo calentar la banca para que los señoritos pudieran tomar
clases cómodamente aunque la mañana estuviera fría.
Algo sobre el Premio Cervantes. Existía
ya el Novel para cualquier idioma, o el Booker Prize para literatura en Inglés,
pero un lauro de incuestionable relevancia para las letras Castellanas no lo
había. No fue, sino hasta la muerte de Franco (1975) que se instituyó el Premio
Cervantes. Casualmente o no, el primer reconocimiento se le otorgó en 1976 a
Jorge Guillén, poeta exiliado de la Guerra Civil desde el año 1938. Personalmente pienso que sus fundamentos no podían ser sino los que
son. Primero, lo otorga el Ministerio de Cultura de España y el pleno de la
Real Academia Española (RAE) es quién propone candidatos. Segundo, Se honra a
Miguel de Cervantes (si alguien tiene alguna duda, baste un dato: Después de la
Biblia, El Quijote es el libro más reimpreso y traducido en la historia de la
imprenta). Tercero, no hay lugar más representativo de la literatura en español
que la Universidad de Alcalá.
Entre los galardonados se
encuentran Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato, Mario Vargas Llosa, Camilo José
cela, así como los mexicanos Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol, José
Emilio Pacheco y Elena Poniatowska. Para mi gusto los grandes ausentes (que
contemporaneidad pudieeon haberlo recibido) son Julio Cortazar y Gabriel García
Márquez. Después de España es México el País que más representantes tiene (5).
Se entrega cada 23 de Abril, Día
Internacional del Libro en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá en una de
las ceremonias más solemnes de España con la presencia de los reyes.
Alcalá de Henares es un lugar imperdible, no en balde
fue declarada en1998 Patrimonio de la Humanidad.
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