miércoles, 30 de diciembre de 2015

El Río Calmo y el Zacate Seco



Todo había terminado, sin Isabel, la mujer que llenó la mitad de mi vida, nada tenía sentido. Cierto es que hubo silencios dolorosos, pero fuimos muy felices. El reloj marcaba las tres cuarenta de la mañana, el cielo despejado permitía al firmamento presumir un esplendor insospechado para un insensible citadino como yo. Después de varias horas de manejar sin rumbo me sentía cansado; era tarde para pernoctar en la siguiente ciudad, detuve el coche, caminé por un sendero con la intención de encontrar un paraje y, tal vez ¿por qué no? perderme.
La vereda me llevó a la ribera de un río, me senté en una piedra para observar el magnífico paisaje que se presentaba ante mis ojos, no pensé que aún tuviera capacidad de asombro ante la belleza: la luz de la luna se reflejaba en las quietas aguas bordeadas de claros pastos y, al fondo un bosque dibujaba siluetas en el cielo. Los recuerdos surgían desordenados en mi mente atormentada; me preguntaba qué habría pasado si yo…
De pronto, un murmullo me hizo regresar a la realidad. Me sobresalté tanto que podía escuchar mi corazón acelerado. Volví la cara en dirección de la voz y no vi a nadie, supuse que me había traicionado la conciencia.
Encendí un cigarro y al levantar la mirada vi algo sobre el agua, justo dónde se formaba el camino de luz. Quise saber qué era, me levanté y caminé por la orilla, La sombra se desplazaba hacia mí...
—Es sólo un tronco, por aquí nunca pasa nada señor —dijo la voz atrás de mí. Del susto casi me caigo.
Quién habló era un hombre mayor, de complexión fuerte y, a juzgar por su apariencia un campesino; pantalón de mezclilla, camisa a cuadros, sombrero de palma y machete al cinto. Traía de la mano a una niña pálida y con ojeras. Antes de que yo pudiera reaccionar, él continuó:
—No se me asusté, mi amigo, ya le dije que aquí nunca pasa nada.
—¡Pues no asuste, hombre! ¿y... el machete para qué es?
—Pos' pa' lo que fue hecho ¿pa´ qué más? Pa´ abrir brecha, el zacate tá' seco y muy crecido… Pero buenos días señor. Salude al patrón María.
La pequeña levantó una de sus manitas y me regaló una sonrisa de ángel.
—¿Qué lo trae por acá? —preguntó el hombre.
—He manejando por mucho tiempo y me detuve a estirar las piernas. ¿Ustedes son de por aquí?
—Allá, onde ve esos árboles; allí mérito nació María; yo, más pa´ allá.
—María no se ve bien —dije al tiempo que me quitaba el saco para abrigarla.
La niña se apartó. El viejo dijo:
—Es mejor que no intente tocarla; ella ta' bien.
Para destensar el momento pregunté:
—Oiga, sí no es indiscreción. ¿Se le hizo tarde o se le hizo temprano?
—No señor, ni una, ni otra. Llegué puntual, cómo siempre. —Tragué saliva—. El problema de los de la ciudad es que no saben vivir sin contar las horas.
—Tiene razón, pero en mi caso, hace semanas que la hora me da lo mismo.
—¿Pos qué le pasa? —preguntó, mientras se sentaba en la roca que yo ocupé antes, cargó a María y la acomodó sobre sus piernas. Pensé eludir la pregunta, pero algo en su mirada me inspiró confianza.
—Mí mujer falleció el mes pasado y no encuentro cómo seguir adelante.
—La muerte es parte de la vida señor; sí ella se jue antes, por algo sería—. Acarició a la niña —. Usted en cambio, tiene misiones qué cumplir.
—Tal vez, pero es injusto, ella tenía muchas ilusiones.
—¿Pos luego? Si usted se rinde, la vida de ella habrá sido en balde.
—¿Cómo?
—Sí señor, mientras la memoria de un dijunto siga floreciendo en el corazón de los vivos; mientras lo qui´hizo siga dando frutos en los que dejó, el muerto estará en paz, pero sí no hay quién recuerde sus quihaceres, esa alma no hallará sosiego.
Esas palabras sacudieron mi entendimiento, me impactaron en lo más profundo del corazón, con la boca abierta no supe qué decir. Ante el evidente azoro continuó diciendo:
—Íre, éste zacate, tá' seco, pero no muerto del todo. Tá' seco porque el río tá' calmo y aun así lo come el ganado y lo caga, lo abona pues, y cuando el río crezca reverdecerá. Si el río y el ganado no cumplen con su encargo, el zacate morirá pa' siempre.
El viejo se levantó, llevó el dedo índice de su mano izquierda a la boca en señal de silencio y partió con María hacia la espesura del bosque.
Escurrió una lágrima sobre mi cara llena de gozo y me quedé observando por un momento más el panorama. Deseaba retener en mi mente la enseñanza de aquel humilde sabio y el escenario del alivio a mi penar. Cerré los ojos y ahí estaba Isabel, tan bella, tan diáfana, me miraba con dulzura. Le pregunté: ¿Cuál es mi misión amor? Y después de un gran suspiro abrí los ojos y me dispuse a regresar.
Un tenue ruido me hizo voltear al sitio donde vi por última vez al campesino. Entonces noté que había olvidado el machete, lo menos que podía hacer era regresárselo, así que fui a buscarlo. Llegué dónde los árboles y encontré una cabaña modesta. Toqué la puerta, me abrió un joven. Le pregunté por el anciano y me respondió:
—Usted debe haber mirado a Don Epifanio, pero no era él, sino su ánima bendita.
—¿Qué? ¿Me está usted diciendo que este machete es de un fantasma?
—No señor, ese machete es del Remigio.
—¿Y quién es Remigio?
—El peón que macheteó a Don Epifanio.
Solté con estupor el arma homicida. Le pregunté consternado: ¿Por qué lo hizo?
 —Pa´ quitarle el dinero que necesitaba pa´ curar a su hija que estaba malita.
La niña se llamaba María?
—Sí señor, y la pobrecita de todos modos murió porque con el mitote que se armó ya no dio tiempo de salvarla. Pero también pobre del Remigio; pagó caro su pecado cuando se enteró que el dinerito ese lo llevaba el viejo pa' dárselo pa´ pagar las medicinas de la enfermita. El infeliz se volvió loco, andaba todo enjuto y ni de la cárcel quería salir.
—¿Y usted cómo sabe esta historia? ¿Conoció a esas personas?
—¡Huy señor! Eso pasó hace mucho y todo el pueblo lo sabe de oídas, pero algunos hemos visto que en noches cómo ésta, con el río calmo y el zacate seco, el ánima de Don Epifanio se aparece porque anda buscando a Remigio pa' apaciguarle la pena.
Ya pasaron diez años de esa madrugada en que se cruzó por mi camino Don Epifanio. A Isabel la sigo extrañando, la recuerdo en todo momento pero sin dolor. Me volví a casar, tengo una hija a quien llamamos María y es tan linda como la chiquita que me sonrió a la orilla del río calmo. Nunca pensé en hacerlo, pero hoy algo me impulsó a recrear con la pluma esta vívida historia de amor y esperanza. Casualmente hoy también es la presentación de mi cuarta novela.

CANTOYA


Cantoya: recóndita región de oriente, famosa por su milenaria tradición de elevar deseos al cielo mediante lámparas flotantes elaboradas a base de papel seda y una flama de parafina.
Esa descripción convencería a cualquiera, pero aun cuando al parecer, en efecto el invento de los abuelitos de los modernos DRONES se remonta a China, lo cierto es que la denominación de origen no es Cantoya, sino Cantolla (así, con LL), que es el apellido de un singular personaje del México del siglo XIX y principios del XX.
El, literalmente ilustre mexicano Joaquín de la Cantolla y Rico cedió su nombre a los globos de luz por designio popular.
Resulta que nuestro prócer de los aires, confeccionó desde niño con sus propias manos un sin número piezas. Con el tiempo su habilidad logró que cada vez sus artesanías fueran más grandes, más vistosas y más eficaces para desplazarse a grandes distancias. Fue tal su obsesión que la constancia hizo que todo el vecindario se acostumbrara a ver esos objetos en el cielo. Cuando algún extraño preguntaba admirado al ver una luz voladora, los vecinos respondían: “es un globo de Cantolla”
Joaquín fue, propiamente un niño héroe, pues estudiaba en el Colegio Militar durante la invasión gringa en 1847, por lo tanto, participó en la batalla de Chapultepec. Para su fortuna no falleció, pero por lo mismo no fue considerado héroe, un poco desencantado continuó con su carrera militar hasta que a causa de un accidente con pólvora perdió un ojo, motivo por el cual abandonó los estudios. Varias fuentes consultadas mencionan el hecho sin aclarar la naturaleza de la eventualidad, pero conociendo las inclinaciones de Joaquín, no sería imposible suponer que experimentaba una suerte de propulsión para sus globos (Ojo, esto es de mi cosecha, una mera suposición atando cabos, pues ciertamente también era inventor)

Ya fuera de la milicia buscó trabajo y lo consiguió de telegrafista, esa actividad no lo hacía sentirse vivo, pero al menos se podía mantener. Cierto día llegaron dos aeronautas norteamericanos, los hermanos Wilson, quienes por módicos centavos permitían la entrada a un terreno de donde despegaba su globo. Joaquín no sólo fue el primero en acudir al singular circo, sino que hizo todo lo posible para volverse un ayudante provisional –sin paga, por supuesto- mientras los gringos permanecieran explotando su espectáculo en la CDMX. Evidentemente su intención fue absorber la mayor cantidad posible de conocimientos en materia de aerostática.
Mantuvo, sin embargo, su empleo en Telégrafos de México. Siendo un ñoño solitario sin demasiados gastos, en no mucho tiempo pudo ahorrar un pequeño capital con el que fundó una empresa que denominó “Aerostática de México, S.A.” su objetivo principal era construir globos aerostáticos tripulables, pero sus ingresos provenían de la manufactura de “globos de Cantoya” (los de papel de china) para eventos sociales.

Alguien podría suponer que esta imagen fue la bien lograda escena de alguna película de “La Vuelta al Mundo en 80 Días” Pero no; son los mexicanos Joaquín de la Cantolla y Alberto Braniff, precursores de la aeronáutica nacional.
La fotografía corresponde al último vuelo de Don Joaquín. Resulta que el 20 de marzo de 1914, Braniff lo invitó a estrenar su nuevo juguete, un globo de fabricación francesa que contaba con la mejor tecnología del momento. El decano de los vuelos tripulados siempre voló con equipos manufacturados por él mismo, de manera que el último modelo de ese tipo de artefactos lo predisponía un poco. Además, Alberto, si bien cuatro años antes se cubrió de gloria por ser el primer piloto aviador del país, en materia de globos no tenía experiencia.

Así, en medio de una gran expectación y con gran algarabía citadina, los héroes del aire despegaron de la Alameda. Todo marchaba estupendamente hasta que un viento inesperado los llevó al valle de Chalco donde había un campamento de zapatistas, los rebeldes sin dudarlo intentaron derribar la aeronave a punta de balazos. Los tripulantes lograron salvar la vida, De la Cantolla, sin embargo, se sintió mal, por lo que el Junior lo llevó a su casa toda la velocidad que su automóvil era capaz de desarrollar.
Dicen que fueron tantas emociones en un sólo día que su acelerado corazón de ochenta y cinco años de edad le provocó el derrame cerebral que terminó con su gloriosa existencia.

miércoles, 28 de octubre de 2015

EL MACHETE


El Machete

Por Rodrigo García Leo

Por primera vez, desde que falleció Isabel me tomé unos días, el trabajo intenso no resultó ser un buen refugio para olvidar mi pena. No tenía plan, sólo subí al auto y manejé sin rumbo definido. Pasada la media noche involuntariamente me vi formando parte de un desfile inusitado, la carretera secundaria por la que circulaba fue invadida por un gentío que avanzaba lentamente con veladoras encendidas, entonces caí en cuenta de la fecha, era dos noviembre, día de muertos.
Después de varias horas de manejar me sentía cansado, y como las costumbres populares me tenían sin cuidado, detuve el coche, decidí caminar un poco para estirar las piernas, tomé un sendero que me llevó a la ribera de un río, me senté en una piedra para admirar la vista, la luna se reflejaba en quietas aguas bordeadas de claros pastos.
De pronto, un murmullo me sobresaltó tanto que podía escuchar mi corazón acelerado. Volví la cara en dirección de la voz y no vi a nadie, supuse que me había traicionado la conciencia. Sin embargo vi algo sobre el agua, justo dónde se formaba el camino de luz. Quise saber qué era, me levanté y caminé por la orilla, La sombra se desplazaba hacia mí... “es sólo un tronco, por aquí nunca pasa nada, señor” —escuché una voz grave. ¡Del espanto casi me caigo!.
Quién habló era un hombre mayor con apariencia de campesino, traía de la mano a una niña pequeña. Antes de que yo pudiera reaccionar, él continuó:
—No se me asuste, mi amigo, ya le dije que aquí nunca pasa nada. Salude al patrón, María.
Ella levantó una de sus manitas y me regaló una enigmática sonrisa; reflejaba dolor y ternura al mismo tiempo.
—¿Por qué se separó de la procesión? —preguntó el hombre.
Contuve la risa para evitar problemas, le aclaré que sólo esperaba que se despejara el camino para continuar porque yo no tenía nada que festejar.
El viejo, circunspecto se sentó en la misma roca que yo ocupé antes, clavó en la tierra el machete que portaba, acomodó a María sobre sus piernas y con su paliacate le limpió las manchas color marrón que rodeaban su boquita.
—¿Pos qué le pasa? —inquirió. Pensé eludir la pregunta, pero algo en su mirada me inspiró confianza.
—Mí mujer falleció el mes pasado y no encuentro cómo seguir adelante.
—La muerte es parte de la vida, señor; sí ella se jue antes, por algo sería—. Acarició a la niña—. Usted en cambio, seguro que tiene muchas cosas que hacer.
—Tal vez, pero es injusto, ella tenía muchas ilusiones.
—¿Pos luego? Si usted se rinde, la vida de ella habrá sido en balde.
—¿Cómo?
—Sí señor, mientras la memoria de un dijunto siga floreciendo en el corazón de los vivos; mientras lo que hizo siga dando frutos en los que dejó, el muerto estará en paz, pero si no hay quién recuerde sus quehaceres, esa alma no hallará sosiego.
Esas palabras me impactaron tanto, que no supe qué decir. Él continuó:
—Mire, éste zacate, tá' seco, pero no muerto del todo. Tá' seco porque el río tá' calmo y aun así lo come el ganado y lo caga, lo abona pues, y cuando el río crezca reverdecerá. Si el río y el ganado no cumplen con su encargo, el zacate morirá pa' siempre.
El viejo se levantó y repuso: “Qué tenga buenas mercedes, patrón, nos vamos porque nos esperan a cenar”
Escurrió una lágrima sobre mi cara llena de gozo y me quedé observando por un momento más el paisaje. Un tenue ruido me hizo voltear al sitio donde vi por última vez al campesino. Entonces noté que había olvidado el machete, lo menos que podía hacer era regresárselo, así que fui a buscarlo. Regresé al carro y en pocos minutos alcancé a los marchantes que obstruyeron el camino, la saga iba entrando al panteón municipal. Aquello era una verdadera romería nocturna.
Pregunté a un joven por el anciano, noté que de inmediato supo de quién se trataba, después de mirarme a los ojos un momento me pidió que lo siguiera, a nuestro paso encontrábamos aquí y allá lápidas alegradas con Cempasúchil y ofrendas con comida. Para mi sorpresa se detuvo donde había dos tumbas copiosamente ofrendadas, pero sin personas a su alrededor, cómo las otras.
—Ahí los tiene
—No entiendo
—Usted miró a Don Epifanio, pero no era él, sino su ánima bendita.
—¿Qué? ¿Me está usted diciendo que este machete es de un fantasma?
—No señor, ese machete es del Remigio.
—¿Y quién es Remigio?
—El peón que macheteó a Don Epifanio al asaltarlo. Pero no vaya usted a creer que era tan malo, lo que pasa es que necesitaba dinero pa´ curar a su hija María, que estaba malita. La pobrecita de todos modos murió, porque con el mitote que se armó ya no dio tiempo de salvarla. El Remigio pagó caro su pecado cuando se enteró que el dinerito ese, lo llevaba el viejo pa' pagar las medicinas de la enfermita. El infeliz se volvió loco, andaba todo enjuto y ni de la cárcel quería salir.
—¿Y usted cómo sabe esta historia? ¿Conoció a esas personas?

—¡Huy señor! Eso pasó hace mucho y todo el pueblo lo sabe de oídas; el ánima de Don Epifanio se aparece porque anda buscando a Remigio pa' apaciguarle la pena. ¡Ande, póngales algo a sus tumbas!, el viejo fumaba Faros y a la dijuntita le encantaba la Calabaza en Tacha.
Es una tradición mexicana para esta época del año (Día de muertos) componer coplas en verso rimado con temas vigentes, las llamamos calaveras. La mía tiene que ver con el supuestamente más grande huracán de la historia, de nombre Patricia y que entró a nuestro país por las costas del Oceano  Pacífico ocasionando menos daño que algunas tormentas tropicales, en tanto que la cosa política no es
la más tersa de los últimos tiempos.

CALAVERA A PATRICIA 

Catrina invitó a Patricia
a llovernos sobre mojado
-Con tanto pedo anunciado,
dale vuelo a tu avaricia
Patricia se frotó las manos
se fue a las playas de occidente
al entrar notó que el presidente
chinga muchos mexicanos
Mejor me voy de ladito;
¡ay te dejo tu bronca!, Catrina
aquí huele peor que en letrina,
pero haz tu trabajo expedito
que México está en la vitrina
Rodrigo García Leo

martes, 13 de octubre de 2015

HISTORIA DEL FONDUE


Fondue significa en francés fundir, y la palabra le da nombre a un platillo legendario a base de queso derretido y también al utensilio en que se prepara.
Su origen se remonta a la Suiza del siglo XIX,  nació como un “plato de pobre”, pues al no poder comprar queso, la gente humilde se conformaba con las cortezas que desechaban los ricos. Como ha sucedido con muchos inventos, el fondue surgió de una necesidad. Prefiero contar la historia de manera novelada. Espero te guste.   
Una noche fría en un bajopuente  del río Aar, tres indigentes se reúnen en torno a una fogata para calentarse un poco y compartir algo de lo que cada uno consiguió antes de la puesta del sol. Hans dice:
-El dueño de la taberna Kornhaus me regaló algunas botellas con restos de vino del Rin, nos caerá mejor si lo bebemos caliente.
Por su parte Kurt convida una hogaza de pan de centeno, pero como es del día anterior sugiere remojarlo en el vino vuelto sopa. Mientras troza la barra, Rudolf, muy triste comenta:
-Yo he traído cortezas de queso, pero son incomibles de lo duras que están.
–Échalas al cazo, -sugiere Hans- quizás se ablanden lo suficiente.
Pronto notaron que las cortezas se disolvieron en el vino. Eso eran malas noticias ya que ellos no contaban con platos para comer, entonces los tres amigos insertaron en brochetas improvisadas sendos trozos de pan, los sumergieron en la pasta láctea con aroma a vino blanco y descubrieron que la consistencia era perfecta para adherirse al pan y llevarlo directamente a la boca.   

El Fondue es el platillo social por excelencia en occidente, pues propicia la convivencia en un ambiente más relajado y, algunos dicen que sabe mejor cuando se come compartido por los comensales en torno a un fogón de mesa. Más adelante algún restaurantero francés creó la variante Bourguignonne, que no obstante suprimir la esencia (queso fundido), mantiene el carácter social al utilizar el mismo traste para cocinar carnes y comerlas después de bañarlas en alguna salsa que realce los sabores. Finalmente hace poco nació la versión postre, siendo el chocolate el protagonista central.

lunes, 5 de octubre de 2015

TLATELOLCO, PRIMERA CIUDAD SATÉLITE DE MÉXICO


Éste es uno de esos lugares, creo, del que muchos mexicanos hemos oído hablar por diferentes motivos: que sí el dos de octubre, que sí el terremoto del 85, que sí un crímen atroz, pero el interés por visitarlo es casi inexistente (otro caso es el árbol de la Noche Triste).
Su historia se remonta al siglo XIV, apenas unos años después de la fundación de Tenochtitlan. Literalmente es la primera ciudad Satélite de México, y que es un sitio fundamental en nuestra historia. Si no estás de acuerdo conmigo, después de leer la crónica, lo estarás.
En la Plaza de las Tres Culturas convergen, precisamente tres culturas; la prehispánica, la colonial y el México independiente. Por eso se llama así. Desde ciertos puntos de observación se aprecian construcciones que datan de diferentes épocas, ellas dan testimonio de diferentes estructuras sociales y, sin embargo todas forman parte del mismo crisol donde se forja México.
Antecedentes. La tierra prometida, todos los mexicanas lo sabemos, fue donde el águila postrada en un nopal devoró una serpiente. Sólo que el hecho ocurrió en un islote dentro de los dominios del Señor de Azcapotzalco. Y cómo para entonces los venidos de Aztlán eran apenas un montón de miserables inmigrantes tuvieron qué aceptar, digamos pagar renta por el "terreno" y ponerse a chambear; había que ganarle tierra al lago rellenando el espacio entre islotes.
Aquel nopal de la profecía de Huitzilopochtli había crecido en un atolón lacustre y estaba colmado de tunas por lo que la nueva ciudad sería llamada Piedra Donde Abundan Las Tunas; en Nahuatl sé dice: Tenochtitlán.

Tan sólo doce años después, en 1337, aunque sin el esplendor que más tarde alcazaría, ya tenía apariencia urbana, pero la tecnología no les daba para continuar agrandando la isla al ritmo del crecimiento demográfico. La solución estaba al norte, dónde había un archipiélago de islotes redondos, en Nahuatl sé dice: Xaltelolcotl. Allí se podría repetir la hazaña de “inventar nuevas tierras” mediante el sistema de chinampas.
 
En poco tiempo Tenochtitlán creció ganando prestigio gracias a una organización espartana con lo que pasó de ser uno más de los
 pueblos tributarios de Azcapotzalco, a una potencia militar indiscutible.
Por su lado Tlatelolco generaba riqueza ejerciendo su vocación comercial.


Ese binomio simbiótico no tardó en despertar problemas (cómo siempre la lana y el poder). ¿Qué valía más?: el emporio o el imperio.
Azcapotzalco no se resignaba a ceder su papel hegemónico por lo que coqueteó con los Tlatelolcas convenciéndolos con protección contra los abusos de sus hermanos mayores.
Sí bien para Tenochtitlán lo suyo, lo suyo era la guerra, no desconocían la política. Prueba de ello fue la promoción de La Triple Alianza; Tenochtitlán - Texcoco - Tlacopan (Tacuba) qué sumó suficiente poder para garantizar la victoria en una batalla contra Azcapotzalco.

CANTONES DE TLATELOLCO 
La ciudad se dividía en catorce barrios, unos se localizaban en lo que hoy son San Juan de Aragón, Sta. María la Ribera, Buenavista y 
la colonia Guerrero. Otros rumbos han mantenido sus nombres Nahuas cómo Nonoalco y alguno más se conoce cómo los españoles los llamaban por inpronunciables para ellos, tal es el caso de Tepito (Teocalitepitón), por cierto éste barrio tuvo una incidencia histórica pues se ubica en un sitio estratégico; la frontera con Tenochtitlán y sus habitantes, bravos desde entonces, jugaron un natural papel de garantes de la seguridad del próspero emporio contra los ocasionales abusos de los intocables caballeros guerreros aztecas. Desde entonces los tepiteños se le ponían al tú por tú a quién fuera. Es posible, por su posición geográfica, que también vendieran a los ricos vecinos productos "bara-bara" que los mercaderes del sur les abastecieran directamente sin pasar por el centro del mercado. En otras palabras tal vez fueron los primeros fayuqueros de Mesoamérica.
TLATELOLCO PUEBLO DE COMERCIANTES 
La nueva zona urbana se caracterizaba por estar rodeada de puras aguas salitrosas. Ese hecho, que a todas luces constituía un 
problema, sus colonizadores lo convirtieron en el puntal de un enorme desarrollo económico. 
La sal no fue un problema sino una solución. ¡Tienes sal, vende sal!
Ese oro blanco es la madre de las especias. Esos productos que potencializan el sabor de los alimentos han jugado un papel central en la historia de la humanidad. Por las especias el hombre ha librado guerras y se han gestado proezas fantásticas cómo el descubrimiento de estas tierras.
A diferencia de Xochimilco cuyas aguas dulces propiciaron el desarrollo agropecuario mediante el sistema de chinanpas, Tlatelolco terminó por convertirse en el centro neurálgico del comercio del Anahuac. Por los antes despreciados islotes áridos ahora transitaban mercancías procedentes de lugares tan lejanos cómo Honduras y las islas del Caribe.
En su tianguis, que estaba ordenado por tipo de productos, pululaban diariamente hasta sesenta almas.
PARTICIPACIÓN DE TLATELOLCO EN LA CONQUISTA 
Durante la huida de los españoles por Tlacopan, los tlatelolcas se unieron a la corretisa persiguiendolos hasta Pop
otla.
Un segmento de la ruta de escape hoy lleva el nombre de Puente de Alvarado, justo donde se en encuentra el museo de San Carlos. 
La lógica haría esperar ver ahí un puente. No lo hay.
Entonces haría suponer que hubo un gran puente cuyo arquitecto fuera un tal Alvarado. Tampoco es correcto. 
Lo que ocurrió fue que Pedro de Alvarado, lugar-teniente de Hernán Cortés, en la desbandada su caballo fue abatido por lo que llegó corriendo al pie de una acequia que debía cruzar para continuar avanzando y salvar el pellejo, dice una leyenda desmentida por Bernal Díaz del Castillo, qué cuál atleta olímpico tomó del suelo una lanza y la usó como garrocha saltando hasta el otro lado. Lo raro es que la calle no se llama Salto, sino puente por eso yo prefiero quedarme con la idea de que el güero utilizó algún tablón sobre el que pasó tambaleandose entre risas de propios y extraños.
Esa sólo es una anécdota que pudo o no haber sido, lo verdaderamente relevante y comprobado es que Tlatelolco fue el último bastión Mexica contra los invasores, allí se encontraba Cuauhtémoc cuando el 13 de agosto de 1521 reconoció vasallaje a la Corona Española. Había nacido La Nueva España.
Templo de Santiago Apóstol en Tlatelolco.
Originalmente fue sólo una emita construida entre otros frailes por Bernardo de Sahagún. En ella fueron bautizados Cua
uhtémoc como símbolo de vasallaje a la Corona Española y San Juan Diego.
La torre derecha está mocha porque la parroquia en tiempos de Juárez fue convertida en almacén y sé instaló un tinaco. El convento contiguo fue usado como cárcel de la cuál sé escapó años después Pancho Villa.
TLATELOLCO EN EL SIGLO XX
Durante los siguientes 400 años después de la conquista la zona deja de tener interés habitacional, para los años después 40's del siglo XX sólo hay algunas vecindedes y los llanos se utilizan cómo almacenes, talleres y encierros ferroviarios, además de la estación de Buenavista.
Hacia los 50's la historia se repite; una orden emana desde el mismo sitio donde otrora se levantara el Templo Mayor, ahora ahí se encuentra Palacio Nacional, y la consigna es: la zona de Tlatelolco ha de ser opción para alojar a miles de capitalinos ante el crecimiento demográfico. Además el gobierno deseaba hacer gala de modernidad.
En está ocasión se utilizaron cerca de un millón de m2 para construir un complejo de proporciones sin precedente. Aquí algunos datos: casi 12 mil departamentos, 102 edificios, casi 700 locales comerciales, 22 escuelas, 6 hospitales, 3 deportivos, 4 teatros, un cine y dos rascacielos de 25 pisos (Relaciones Exteriores y Banobras). El arquitecto fue Mario Pani y el presidente qué inauguró la obra en 1963 fue Adolfo López Mateos.

Sí por Pani hubiera sido se habrá perdido todo vestigio prehispánico, afortunadamente desde 1944 se realizaba trabajo arqueológico, lo que valió para qué se reservaran espacios históricos y una explanada a la qué se dio el nombre de Plaza de las Tres Culturas.
En los siguientes años TLATELOLCO fue escenario de tres acontecimientos relevantes:
- El Tratado de Tlatelolco (prohibición de armamento nuclear en América Latina)
- La Matanza del 68 (20 muertos oficiales y más de 300 estimados)
- El terremoto del 85 causó el derrumbe del edificio Nuevoleón de 16 pisos y daños estructurales de 11 inmuebles más.

Tlatelolco, pues ha jugado un papel determinante en la historia de México.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Un Relato para Baby Boomers

Fue en 1969, el mismo año en que Neil Armstrong pisó la luna, si no mal recuerdo estaba en mi cuarto con tres amigos y un primo de Veracruz, todos de trece años.
Alguno traía una novedad;  la construcción de un Sputnik casero. Solo necesitábamos una cajita de cerillos Clásicos o Talismán y papel estaño del que protege los chocolates o los cigarros.
Obviamente optamos por cerillos Talismán –son más baratos– pero eso si, como los chocolates “son para los niños” compramos unos Baronet o unos Fama 81 de a peso la cajetilla.
El ingeniero en jefe se dispuso al armado. En realidad el juguete es bastante sencillo y responde a elementales principios de física –materia por cierto, que yo traía reprobada–
La habilidad consistía en envolver con cierta precisión las cabezas de tres cerillos con un pedacito de papel estaño de manera que al tiempo de contenerlas permita un orificio inferior ni muy grande, ni muy pequeño, ni muy profundo, ni muy superficial para que la combustión generada por la incandescencia simultanea de los tres pedacitos de fósforo desarrolle la propulsión justa. Luego solo habría que doblar los palitos encerados de los cerillos para formar un trípode que no solo irguiera el cohete, sino también le proporcionara dirección. El resto era solo colocar otro cerillo encendido por abajo y esperar.
Un artefacto de estos bien armado puede elevarse tres metros. El resultado del prototipo no lo recuerdo, pero seguramente fue seguido de otro… y otro… y varios más hasta que se desató  el espíritu competitivo y fuimos en bola a conseguir muchos cerillos y tal vez algunos chicles Motita de plátano.
Pero, ¿Porqué quedarnos en modestos Sputniks? Cuando ya existe el Saturno V, cohete que transportó los módulos espaciales Apolo.
Nuestra versión Saturno V no era sino un Sputnik con potencia centuplicada, surgido de la mente irresponsable de unos muchachos ociosos, pero colmados de una deliciosa candidez.
Pues bien, después de una lluvia espontanea de ideas,  nos dimos afanosamente a la tarea de hacer acopio de los materiales necesarios tales como una docena de cajetillas de cerillos, un cilindro de aluminio que originalmente sirvió como empaque de película Kodak de 35 mm. Palitos de paletas congeladas, mica para la cápsula de la tripulación y hasta astronauta con tablero de mando y toda la cosa, Resistol, cinta de aislar y alambre.
Para esta misión necesitábamos una mecha bien larga. La solución estaba al alcance de nuestras manos: un paquete de cuetes chinos –que seguramente había importado el primo de Veracruz porque aquí no se conseguían- las mechas de estos eran, o son, como de cinco centímetros y unidas varias nos darían cierto margen de seguridad, y bueno, ¿para qué desperdiciar? Sí además la pólvora de los cuetes podría darle más potencia a nuestra nave. Otro problema técnico que tuvimos que resolver fue la manera de contener el coctel pirotécnico dentro de la cámara de combustión y al mismo tiempo que el proyectil tuviera escape para evitar un efecto explosivo. Esto “se resolvió” con un capuchón metálico de sidra repleto de pequeños agujeros.
Una vez terminado el modelo, había que determinar la ubicación de la plataforma de lanzamiento. La azotea excluida por la presencia de los tanques de gas, la calle imposible. Solo quedaba el patio del edificio, este era paso obligado para entrar o salir, por lo que presentaba el inconveniente de ser transitado por algún vecino en cualquier momento,  posponiendo o de plano abortando la misión. Ni modo corrimos ese riesgo.
Finalmente la cuenta regresiva comenzó. Se prendió la mecha, las chispas lentamente avanzaron hacia su destino.
El resultado: Una propulsión continua alimentada por un consumo gradual de combustible que elevara el proyectil un kilómetro… No, no fue eso lo que sucedió, sino una explosión seca que lo lanzó en vertical a unos treinta metros para luego de quizás cinco segundos caer prácticamente en el lugar mismo del despegue.



En el segundo seis la voz de Chonita -vecina del departamento doce-  supero los descibeles alcanzados por nuestro cuetón exclamando algo así como “MUCHACHOS DEL DEMONIO QUÉ HAN HECHO”. 







Para el segundo siete los cuatro muchachos habíamos recorrido una cuadra muertos de risa y felicidad. Misión cumplida. 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

BUCARELI, luces y sombras


Esta vieja avenida tiene mucho que contarnos de diversas épocas. Originalmente llamada Paseo Nuevo, fue tendida a finales del siglo XVIII por órdenes del Virrey Antonio de Bucareli en “las afueras de la ciudad”. El paseo del canal de la Viga, entonces empezó a tener competencia para atraer los domingos a la alta sociedad.
Hoy provoca una mezcla de sensaciones: admiración, nostalgia, sorpresa, lastima y coraje.
Hacia mediados del siglo XIX el Caballito fue rescatado de los patios de la Pontificia y Nacional Universidad de México para ubicarlo en el claro donde iniciaba la avenida, que a más de setenta años estaba en plena remodelación. Obviamente la orientación de la estatua ecuestre simulaba dirigir el trote al interior del arbolado boulevard.  El Paseo de la Reforma, que también parte en su tramo poniente del mismo sitio, a penas era un trazo pelón que empezaba a ser transitado porque conducía directamente al bosque de Chapultepec.
Hace más o menos un siglo dos edificios se construyeron casi donde principia Bucareli, el del periódico Universal y el del periódico Excelsior, los dos diarios de mayor tradición en México.
El siguiente punto de interés en nuestro recorrido por Bucareli, es el café La Habana. Centro de reunión de periodistas, escritores, políticos y hasta revolucionarios.
Se dice que en la mesa de la esquina izquierda Gabriel García Márquez escribió Cien Años de Soledad, que Octavio Paz tuvo momentos de inspiración y que ahí conocieron los hermanos Fidel y Raúl Castro a un joven médico argentino que llegó a México en motocicleta buscando aventuras: El Che Guevara.
Más allá se encuentra una zona hoy bastante sórdida y deplorable. Operando aún, pero con otro nombre está el cine Bucareli (Cinépolis). Llama la atención las vallas que la policía ya, de plano deja permanentemente por tantas manifestaciones en la Secretaría de Gobernación.


Más adelante hay una glorieta donde estuvo el primer monumento conmemorativo de la Independencia de México, se trataba de una fuente en cuyo centro había una estatua que representaba a la victoria insurgente, testigo mudo del glorioso desfile del Ejercicio Trigarante. (se podría decir que fue nuestro primer Ángel). Se ignora el paradero de esa obra, lo cierto es que fue retirado para levantar un reloj regalado por el gobierno Chino a propósito del primer Centenario. La estructura original fue destruida por el bombardeo que se que conmocionó al país durante la Decena Trágica.
En la siguiente cuadra, dos bellos edificios frente a frente; El Palacio Cobian y el edificio Gaona, el primero, que originalmente fue la mansión de un acaudalado hombre, hoy es la sede de la Secretaría de Gobernación. Por lo que está perfectamente conservado. El segundo, un sobrio conjunto de departamentos habitacionales construido por el torero del mismo nombre. Ayer fue ocupado por familias acomodadas, hoy por familias amontonadas. Detalle interesante de su fachada son los retratos en talavera de Hernán Cortés y varios Virreyes, entre ellos, por supuesto el de Bucareli. Su estado de conservación terrible. Pienso que lo único que lo ha salvado de la demolición son las manifestaciones y los plantones. Me explicó; éstas han provocado una devastación de la actividad comercial y turística, dando por resultado el abatimiento de los precios inmobiliarios. 
Dos inmuebles son dignos de mención. El primero es el edificio Vizcaya, una construcción porfiriana y por tanto afrancesada. Muchos artistas vivieron ahí, Vasconcelos tenía su nidito de amores pasajeros. No sé si Pita Amor fue uno de ellos, lo cierto es que la poetiza también radicaba ahí.  Un día al amanecer descubrieron el cuerpo de una mujer ahorcada y dicen que su fantasma ha espantado a muchos.
El otro son las privadas del Buen Tono, originalmente el Infonavit privado de la fábrica de cigarros del mismo nombre.
Ambos edificios han sido escenario de infinidad de películas, telenovelas y comerciales.
Muy cerca del Reloj Chino, se encuentra la Ciudadela. Erróneamente muchos piensan que así se llama la plaza. No es así, el jardín lleva el nombre oficial de Morelos y recientemente se le ha dado en llamar Plaza del Danzón. Éste último nombre, en razón de que bastantes aficionados al baile se reúnen los domingos a gastar suela. 
Es curioso ver cómo se organiza la gente. En lo que podría ser el mayor espacio disponible alguien llega con su equipo de sonido y su colección de música popular bailable, se cuelga de un poste de luz y, cual DJ empieza a regalar acordes. Antes de terminar la primera pieza, el sitio está colmado de bailarines de 18 a 85, no todos llevan pareja fija, no todos bailan bien, pero todos disfrutan al máximo. 
En torno a la pista se vende refrescos y botana, de las ramas de un árbol cuelgan vestidos de fiesta para dama y, una "agencia de viajes" ofrece tours especializados. Por ejemplo  al Carnaval de Veracruz, por mil doscientos pesitos te lleva, pero también está disponible Cuba. Se puede ver a los pachucos (al estilo Tin-Tan).
En cuanto a los ritmos están todos; Danzón, Cumbia, Rock & Roll, Fox-trot, Charleston, etc.
De cuando en cuando pasan la charola para cooperar con la música.
Pero la cosa no queda ahí, en diversos rincones de la plaza, hay no menos de veinte maestros con nutrido número de alumnos aprendiendo hasta tango.
En 1968 un grupo de estudiantes de la preparatoria Isaac Ochoterena entraron en la Secundaria Revolución (que estaba precisamente en Bucareli) a buscar refuerzos para ir a apedrear a la Voca 5, algunos muchachos de 3° accedieron. Lo sé porque yo, que iba en 1°, lo vi. Eran los primeros conflictos interestudiantes, que a la postre desataron la matanza de Tlatelolco. Esto viene a cuento porque la Voca 5 colinda con la Ciudadela, a unos metros de Bucareli. 
Está Cañón. Siempre pensé que estos cañones, que son en los que se inspiraron para el ícono de la estación Balderas del Metro, fueron utilizados en la Decena Trágica. Y cuando empecé a buscar imágenes de esa gesta, me convencí; sólo esos calibres podían causar tal destrucción. Pero no, para 1913, el monumento a Morelos ya lucía como hoy.
Ya para terminar con la reseña del paseo por Bucareli, dos sitios; el mercado de artesanías, sobre todo plata a buen precio (sí no te dejas chamaquear) y, desde luego La Majestuosa Ciudadela. Éste edificio se construyó en 1807, originalmente era la Real Fábrica de Tabaco. Poco le duró el gusto; tres años después estalló la guerra de Independencia. Por sus dimensiones y su arquitectura fue convertida en cuartel y cárcel. Ahí estuvo recluido Morelos antes de ser fusilado. 
Ya para el porfirismo se usaba como arsenal, situación determinante para el éxito del golpe de estado a Madero. Ya que después del primer intento fallido, dos de los cuatro cabecillas; Félix Díaz y Manuel Mondragón se refugiaron ahí (Bernardo Reyes murió en la reyerta y Victoriano Huerta aparentaba lealtad al Presidente) 
Durante diez días, tras cruentas batallas, una serie de traiciones y malas decisiones México se convulsionó. Resultado: más de cinco mil muertos y un verdadero gobierno espurio.
Años después Vasconcelos transformó el recinto en biblioteca. 
Hoy su acervo fue la base de la moderna biblioteca Vasconcelos, y su histórico cascarón, después de una remodelación se reinauguró como La Ciudad de los Libros. Su finalidad es conservar intactas grandes bibliotecas personales, destaca la colección de Mosivais.